Inteligencia emocional: cuando el Coeficiente Intelectual no lo es todo

Socialmente se reconoce a la inteligencia como cierta medida de capacidades mentales, como capacidades analíticas, matemáticas o lógicas, todas ellas evaluadas en clásicas baterías que dan como último resultado el coeficiente intelectual. 

Sin embargo, durante las últimas décadas varias áreas de la psicología han puesto en duda que la inteligencia solo abarcara estos constructos de lógica y racionalidad y nuevas teorías intentan explicar la inteligencia desde un aspecto más amplio. Una de esas teorías es la teoría de la Inteligencia Emocional, popularizada por Daniel Goleman. 

La Inteligencia Emocional se define como la capacidad de los individuos de reconocer, expresar, comprender y gestionar las emociones; y se debe considerar la gran importancia de esto, siendo que, aunque creamos que tomamos decisiones bajo muchas ideas analíticas o lógicas, detrás de toda decisión hay un componente emocional, las emociones están absolutamente todo el tiempo en nuestra vida, y la misma es guiada no solo por nuestras propias emociones, sino también por las emociones de quienes nos rodean. 

Pero para entender de qué trata la Inteligencia Emocional, debemos conocer los elementos claves que conforman esta teoría.

  1. Autoconocimiento emocional: es importante conocer nuestras propias emociones y sentimientos y la manera en que pueden influirnos, tanto comportamentalmente, como también en nuestras capacidades. Esto puede ser de utilidad al momento de tomar decisiones, ya que podemos identificar qué momentos son óptimos y que momentos no para tomar decisiones dependiendo de nuestras emociones. 
  2. Autorregulación emocional: esto nos permite reflexionar y tener un control sobre nuestras emociones y sentimientos, y no dejarnos llevar por emociones que pueden ser intensas y momentáneas. Conocer nuestras emociones y en cuales tenemos un mejor manejo es clave para poder controlarlas y controlar nuestro accionar.
  3. Automotivación: mantener la motivación se trata de enfocar las emociones hacia objetivos y metas que nos permitan obtener nuestros objetivos a corto y largo plazo, y nos ayuden a lidiar con los obstáculos que podamos encontrar en el camino. Por otro lado, la automotivación esta vinculada estrechamente con la autorregulación, ya que muchas veces los objetivos a largo plazo pueden verse eclipsados por ciertos sentimientos o emociones que son de corto plazo, así, autorregular las emociones y comprender cuáles son nuestros puntos fuertes y cuáles nuestros puntos débiles nos permiten automotivarnos de maneras más eficientes. 
  4. Empatía: el reconocimiento de emociones en los demás individuos es la clave para tener relaciones interpersonales exitosas. Estas emociones pueden expresarse de manera inconsciente por los otros individuos, como gestos o reacciones fisiológicas y reacciones verbales y no verbales, y pueden ser la clave para establecer vínculos estrechos y duraderos, así como abordar conflictos de manera asertiva y regular nuestros comportamientos si estos fueran problemáticos de alguna manera para quienes nos rodean.
  5. Habilidades sociales: Mantener relaciones exitosas con personas con las que tenemos gran afinidad personal, como con personas que no las tenemos, es clave para nuestra vida cotidiana. Muchas veces, por cuestiones laborales o personales, debemos mantener relaciones con personas que no quisiéramos hacerlo si fuera nuestra decisión. El correcto manejo de la Inteligencia Emocional permite mantener esta clase de relaciones sin que las mismas sean perjudiciales para la salud propia, y nos exponen a descubrir cómo mejorar nuestra regulación emocional y conocernos mejor en situaciones que, aunque no quisiéramos, lamentablemente tenemos que experimentar. 

¿Por qué es importante este enfoque?

A lo largo de nuestra vida nos encontraremos con que las emociones ocupan gran parte de nuestra experiencia. La vida en sociedad y los variados roles que asumimos en ella nos exigen una interacción absoluta con otros individuos que sienten y piensan, a veces como nosotros, a veces todo lo contrario. Conocerse a uno mismo permite justificar decisiones, comunicar efectivamente cómo nos encontramos, resolver asertivamente conflictos de variados matices, evitar conflictos que pueden ser evitados y, por sobre todas las cosas, llevar una vida más feliz y reflexiva sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea. 

Mientras su estudio de evidencia empírica continua en grandes proyectos, generando cada vez más conocimiento confiable, no es difícil comprender que los puntos claves de esta teoría son compartidos por otras, y que educar sobre la inteligencia emocional a partir de edades tempranas hasta incluso educar a personas adultas puede traer beneficios interpersonales así como beneficios laborales. 

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