En la actualidad, las nuevas tecnologías y su combinación con la esfera biológica se convierten en una cuarta revolución industrial, que ha venido cambiando nuestras formas de trabajo y continuarán haciéndolo en el futuro.
En este sentido, tal como destacó Klaus Schwab, director del Foro Económico Mundial: “la pandemia representa una rara pero pequeña ventana de oportunidad para reflejar, reimaginar y resetear nuestro mundo”. Es decir, el Covid- 19 nos dio impulso para tomar nuevas formas de trabajo, que a su vez son más dependientes de estas tecnologías a las cuales nos tuvimos que adaptar. El contexto actual se presenta como un desafío en todos los aspectos de nuestra vida y tal es así que la realidad que hoy vivimos nos hubiera parecido absurda de pensar hace tan solo unos años atrás.
En línea con lo anterior, la pandemia también nos ha demostrado que los dispositivos tecnológicos pueden ser grandes aliados e incluso potenciar nuestras relaciones, a pesar de la distancia. Esta nueva realidad ha impactado en nuestro trabajo diario y en las formas de ejercerlo, nuestras habilidades han tenido que adaptarse y tendrán que continuar haciéndolo frente a las nuevas demandas que requiera el mercado laboral.
Entonces, ¿cómo podrá nuestro cerebro adaptarse a las necesidades laborales del futuro? El cerebro humano es plástico, sus funciones se adaptan a las demandas del ambiente. Por lo tanto, todo dependerá de las habilidades que desarrollamos y cómo nos preparamos para lo que viene. Del mismo modo, se puede evidenciar que en lo que va de pandemia hemos podido adaptarnos a la implementación de la oficina en casa como también al aprendizaje virtual: todos estos nuevos cambios llevan a que el futuro está cada vez más cerca.
A pesar de esto, y tal como ya la anunciaba un informe de Capital Mental & Bienestar realizado por la oficina de Ciencia del gobierno británico en 2008: “la globalización y la creciente intensificación del trabajo se combinarán para aumentar los niveles de estrés y ansiedad de los trabajadores, y afectarán su salud y eficiencia”. Asimismo, como destaca dicho informe, estos cambios en la naturaleza del trabajo también interactúan con los cambios en el hogar, que han sido drásticos durante la pandemia. Los cambios que impuso el Covid-19 anularon los límites entre lo personal y lo laboral, la pérdida de actividades que generan bienestar y los efectos del aislamiento ponen en juego la salud mental y el bienestar general. En este sentido, mantener, cuidar y mejorar el bienestar de la fuerza de trabajo frente a esta situación es un gran desafío también para todas las organizaciones.
En conclusión, nuestro cerebro y nuestra mente pueden adaptarse a los cambios que le propone el ambiente. Sin embargo, estos cambios desafían nuestras habilidades y nuestra salud mental. Aquellas organizaciones que se preparen para enfrentar los cambios que nos depara el futuro y cuiden el bienestar y la salud mental de sus colaboradores, que a su vez les brinden posibilidades de fortalecer su capital mental, estarán más preparadas para adaptarse a los cambios que el futuro, con y sin pandemia nos depara. Quienes acepten este hecho, irán por buen camino.
Directora de Ineco Organizaciones
Dra. María Roca