Alzheimer y música, recordando a través de un arte

Hace algún tiempo, un video de una mujer que había sido bailarina de ballet en su juventud se hizo viral. El mismo mostraba como ella movía sus brazos al igual que una antigua coreografía del ballet El Lago de los Cisnes, en la cual ella había sido primera bailarina en su juventud. Desde hace años se sabe que la música tiene un efecto beneficioso para el cerebro de muchas maneras y en diferentes etapas de la vida, las personas convivimos con la música en todo momento, es un estímulo para la memoria, y une a las personas en relación a sus intereses musicales compartidos. En el área de salud se ha demostrado que la musicoterapia activa procesos fisiológicos y emocionales para estimular funciones deterioradas en conjunto con tratamientos convencionales. Han sido observadas mejoras en pacientes con variados déficit y patologías, desde dificultades en el habla hasta variados trastornos neurológicos y demencias, y en pacientes de todas las edades. 

En este artículo nos interesa enfocarnos de manera breve en el beneficio de la música en la enfermedad de Alzheimer. 

La enfermedad de Alzheimer es una demencia que se calcula que afecta actualmente a 46,8 millones de personas. Se estima que para 2030, esta cifra aumentará a 74,7 millones, y para 2050, dichas tasas podrían superar los 131,5 millones. Esta demencia se caracteriza principalmente por un marcado déficit de memoria y la manera de afrontar las actividades diarias que demandan un ejercicio mnésico; pero también presenta otros síntomas cognitivos, entre los que se encuentran la dificultad para el pensamiento y la comprensión, confusión, posible delirio, desorientación, dificultad para la concentración e incapacidad de reconocer objetos cotidianos, entre otros; síntomas comportamentales, como falta de autocontrol, agitación, agresión, cambios marcados de personalidad, irritabilidad y perdida del cuidado personal; además, pueden presentarse síntomas psicológicos como alucinaciones, paranoia o depresión y síntomas anímicos como fluctuaciones emocionales marcadas, apatía, enfado e irritabilidad. 

Variadas investigaciones han demostrado que la música tiene beneficios anímicos y emocionales en el paciente, ayudando con las conductas de ansiedad y agitación. Pero principalmente la música supone un nivel de familiaridad asociado a las memorias emocionales que van más allá del déficit producido por la demencia. 

Existen estudios que comparan la influencia de la música conocida y la música desconocida en personas con Alzheimer, y reportaron que la música conocida aumentaba el estado cognitivo general del paciente, además de mejoras en la memoria episódica y en el estado de ánimo, generando así una mayor interacción con sus familias y cuidadores principales. 

Muchos autores afirman que es la carga emocional que se genera desde la música lo que hace que se estimule el recuerdo remoto e involuntario.

Es importante remarcar que la música en sí misma no puede ayudar de manera global el estado del paciente con Alzheimer sin estar acompañado de otras terapias de rehabilitación neuropsicológicas; pero si puede ser una terapia de acompañamiento que puede extender aún más las mejoras y beneficios que pueden brindar las terapias convencionales, además de como ya se ha dicho, aportar una mejora en el estado de ánimo, mejorando la relación y comunicación con las personas alrededor del paciente. 

En conclusión, siendo la enfermedad de Alzheimer una de las principales enfermedades en la vida de las personas adultas mayores y una de las enfermedades principales que se proyecta para el futuro, es importante conocer y estudiar qué factores pueden influir en variadas mejoras cognitivas y emocionales. En el caso de la música, no solo tiene efectos positivos en el paciente, sino en sus allegados más cercanos y cuidadores, mejorando la relación con los pacientes y mejorando la comunicación con los mismos. 

Si se desea utilizar la música con dichos pacientes, puede tener en cuenta los siguientes consejos: 

  • Tener en cuenta la preferencia de música del paciente, si el paciente no disfruta lo que está escuchando, probablemente no tenga una relación beneficiosa sino todo lo contrario. 
  • Evitar la sobreestimulación, eliminando otros estímulos como exceso de luces y el televisor por ejemplo. Regular el volumen para no generar estrés auditivo. 
  • Puede utilizarse en momentos en donde el paciente puede sentirse alterado o afectado emocionalmente, como en momentos de comer o momentos de la rutina de la higiene personal, principalmente cuando el paciente debe ser asistido. Una melodía que el paciente disfrute puede ayudar a disminuir cualquier tipo de excitación motora o incluso agresiones. 
  • Se puede fomentar que el paciente realice ciertos movimientos como chasquear los dedos o aplaudir al ritmo de la música, estimulando la coordinación con un sonido externo. 
  • Es clave además prestar atención a las reacciones del paciente, evitar exponerlo a música que no disfrute, y detectar cual es la clase de música que el paciente más disfruta para ampliar el repertorio hacia ese género. 

Bibliografía

  • Arroyo-Anlló, E. M., Díaz, J. P. y Gil, R. (2013). Familiar Music as an Enhancer of Self-Consciousness in Patients with Alzheimer’s Disease. BioMed Research International, 1-10. http://sci-hub.tw/10.1155/2013/752965
  • Lancioni, G. E., O’Reilly, M. F., Singh, N. N., Sigafoos, J., Rigante, V., De Franciscis, L. y Lang, R. (2013). A Further Evaluation of the Impact of Self-regulated Music Stimulation on Positive Participation of Patients with Alzheimer’s Disease. Journal of Developmental and Physical Disabilities, 25(3), 273-283. http://sci-hub.tw/10.1007/s10882-012-9301-5

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